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Resumen

Por Edgardo Oscar Tosi

Recopilado del libro Villa Devoto 1889-1916. Tomo I, de su autoría.

El Banco Inmobiliario se constituía el 16 de abril de 1888, siendo lo que hoy llamaríamos un banco de inversión. Su directorio lo integraban: presidente Antonio Devoto, vicepresidente Ernesto Quesada, tesorero Esteban Badaracco, vocales Manuel S. Aguirre, Isaac M. Chavarría, Juan Eduardo Clark, Eduardo Coll, Vicente L. Casares y Luis A. Huergo. Siendo su gerente Esteban Dellacha.  

El superior estándar de sus integrantes permitía augurar intenciones que iban más allá de la sola fundación de un pueblo. 

Sus primeros pasos se iniciaron en Villa Alvear, sobre la calle Godoy Cruz frente a la vieja estación Palermo recientemente inaugurada del FC. Buenos Aires al Pacífico. El 23 de noviembre de 1888 Juan Antonio Buschiazzo, asesor de la institución, presentaba su proyecto para el lugar. Los trabajos en la calle Godoy Cruz se iniciaron en diciembre de 1888, ejecutándose posteriormente, en lugares próximos, construcciones similares, que se definían en la época como para obreros o económicas.  

Simultáneamente se llevaban adelante tratativas para la compra de una propiedad de buena  superficie que permitiera realizar un emprendimiento de mayor envergadura. 

La creación de un pueblo, estuvo concebido desde el mismo momento de la formación del Banco, pero su concreción necesitó de la línea férrea. Imprescindible para que sobre ella se estableciera una estación para servicio de la futura población. Sin el ferrocarril no habría sido viable Villa Devoto, aún cuando no fuera esa estación, que aun no existía, el motivo de su nacimiento. 

    Las tratativas se concretaron en la firma de la escritura de compra el 25 de febrero de 1889 ante el escribano Carlos de la Torre. Representó al banco Antonio Devoto, acompañado por el gerente  Esteban Dellacha. Por los vendedores lo hacían Miguel Altube y José Antonio de Elorsa en representación de su esposa doña Nicanora Altube. Ambos dan como domicilio la ciudad de San Sebastián, España. 

    El monto de la operación ascendía a $ 2.000.000.- nacionales,     El 8 de abril de 1889 el diario La Prensa informaba que se había presentado a la consideración del Sr. Intendente de la Capital los planos de un nuevo pueblo. El «que se piensa fundar» son las palabras del diario. 

    El trazado de calles propuesto fue aprobado por el intendente Dr. Guillermo Cramwell el 13 de abril, acordándose en el mismo documento la colocación de arboledas a las que se hacía referencia en el pedido inicial.        

    Aunque la urbanización fue presentada bajo el título de «Banco Inmobiliario Villa Devoto», la misma incluía aquella fracción que continuaba en propiedad de los Altube.    

       En el cruce de la calle Fernández de Enciso (Washington) con el ferrocarril inglés, el proyecto ya esquematizaba la estación, cuyo diseño provisorio, presentado por la empresa ferroviaria, fue aprobado por decreto del Poder Ejecutivo el 26 de septiembre de aquel año de 1889.  Esta diagonal comunicaba el camino a la Floresta también llamado a Montecastro con el camino a San Martín. Lincoln, a su vez empalmaba con el camino que venía de Flores y permitía, luego de cruzar la villa, el acceso directo a la estación Lynch, única del Tramway Rural de aquel momento en la zona, que actuaba como todas las estaciones de esa línea en ese momento, de caballeriza de recambio en su camino a Zárate. De la plaza surgían dos bulevares, las avenidas Salvador María del Carril (Nacional) y Chivilcoy (de la Capital) La primera, que dividía el proyecto longitudinalmente en partes iguales y se aproximaba en su intersección con la avenida de la Libertad (hoy de los Constituyentes), al camino o calle Moreno que llegaba del pueblo de Belgrano. 

    El proyecto prometía construir una iglesia, un colegio, un mercado y un juzgado. El banco solicitó una concesión tranviaria para unir las estaciones Villa Devoto del F.C. Pacífico y la de las Catalinas del F. C. Poblador al Rosario (hoy Villa Urquiza del F. C. General Mitre). Aquella concesión tranviaria fue adjudicada pero no llegó a funcionar a pesar de contar con vías y estación terminal.

Todo lo aquí proyectado, debido a la crisis económica que se adueñaba lentamente del país, quedó sólo en intenciones. 

     El diario La Prensa del 31 de octubre de 1889 invitaba a los habitantes de Buenos Aires a visitar, al día siguiente, el pueblo recién fundado de Villa Devoto. Primer arribo ferroviario, que de ninguna manera debe asociarse al comienzo del proceso público de venta. 

     No consta que existiera ceremonia fundacional, ni los típicos remates ya que los precios eran fijos en toda la urbanización.

    Sus arterias, de tierra rebozaban barro en un 1889 que fue sumamente lluvioso. No todas las calles estuvieron abiertas en un primer momento. Los cruces del F. C. Pacífico y el Tramway Rural no existían, salvo en puntos imprescindibles, tal vez Nueva York en la primera línea y en el camino a San Martín y en Fernández de Enciso (Washington) en la segunda. Hecho que llevó largas disputas a través de los años. 

     A lo largo de 1889 el ambiente político y económico se iba enrareciendo. En ese contexto de crisis se distinguieron ya inicialmente dos tipos de compradores. Los que se transformaban en propietarios de manzanas completas o fracciones no menores de 1/4 y los adquirentes de lotes que iban de los 1.000 hasta exiguos 200 o 300 m2. 

Era el Tramway Rural el eje de las ventas para aquellos que buscaban un lugar de vivienda permanente y que eran los compradores de menores recursos. A ellos se dirigió, a nuestro entender, la venta inicial con la intensión de hacerla masiva. Fueron incentivados por exigencias del banco y presentaron rápidamente solicitudes de construcción. Eran viviendas económicas de una o dos habitaciones, cocina y letrina al fondo. La mayoría de estas viviendas, con solicitudes presentadas a lo largo del 89 y 90, debido a la crisis económica, no llegaron nunca a construirse. 

     Los compradores de fracciones mayores casi en su totalidad estaban relacionados con el banco y fueron autorizados por asamblea, como forma de aventar la crisis, utilizando sus acciones devaluadas de la sociedad para comprar los terrenos. Mayoritariamente mantendrán baldías las propiedades demostrando el carácter especulativo de la compra. Algunos esperarán su valorización hasta los primeros años del siglo siguiente, mientras otros, forzados o no por la situación económica, las enajenarán prontamente, con precios fuertemente deteriorados. Una muy pequeña proporción erigirá viviendas, no siempre importantes, pero si, concordantes con aquel medio semi rural. 

     Las dos primeras propiedades “de lujo” fueron la de Bartolomé Devoto y la de Ernesto Dellacha. Casas de madera proyectadas ambas por el arquitecto Luis Dubois y ejecutadas por el ingeniero José Poggi. La casa de don Antonio Devoto en Salvador M. del Carril  (Nacional) y  Mercedes (Londres) habría sido erigida en 1890, sede actual del colegio que lleva su nombre. La de Onorio Stoppani (conocida como de Tamini, actualmente parte del Hospital Zubizarreta) y del palacete de Dellacha (no la de madera) en la manzana, de Nueva York entre Chivilcoy (de la Capital) y Mercedes (Londres) hoy demolido. Además de la del francés Vidal, ubicada en Asunción, Pedro Morán (Bogotá), Marcos Paz (Hamburgo) y Segurola (Bélgica), que pudo ser la primera que se levantara en la Villa, siendo demolida lo que quedaba de ella en la década del ochenta por el Villa Devoto School al construir su actual edificio.

             Muchas de aquellas viviendas son construidas por etapas. buscando tal vez, comodidades que sus propietarios inicialmente no creyeron necesarias. Muchos de los “palacetes” veraniegos se vendieron o demolieron entre la primera y segunda década del siglo XX. 

             Terminado 1891 las pautas para el desarrollo de la nueva población estaban latentes. Pero la crisis que se había insinuado antes del 89 y estallado en el 90 frustraba todas las expectativas. Se necesitaría un nuevo motor de crecimiento, dado que el Banco Inmobiliario, ante las circunstancias adversas, estaba por abandonar la escena.

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