(Artículo publicado en Revista «Aniversario», N° 9 – Abril 2006)
Por Miguel Simón
El prestigioso artista de reconocida fama internacional Carlos Gardel vivió ocasionalmente en la villa, pernoctando en la casa de la señora Rosa C. de Francini ubicada en la calle Simbron 3857, entre las de Bahía Blanca y Esperanza (hoy Joaquín V. González)
Doña Rosa conocía a la madre de Carlitos desde hacía algunos años, pues los hijos de ambas habían crecido juntos en un conventillo de la Calle Corrientes al 1500 donde la señora Rosa tenía instalado un taller de planchado de ropas.
Trabajando allí logró reunir dinero para comprar la casa de la calle Simbron, modesta construcción de la época, con paredes de ladrillos a la vista, de amplias habitaciones comunicadas a través de un corredor o galería con piso de ladrillos y techo de chapas, al frente tenía un jardín y en los fondos una pequeña quinta y un gallinero.
Carlitos visitaba frecuentemente a la señora Francini en su casa de Devoto; solía llegar por la tarde en su automóvil Chrysler, una voiturette que llamaba la atención de los chiquilines del barrio, quienes corrían al encuentro. Entonces Carlitos, sonriente, dejaba deslizar alguna monedita en aquellas inquietas manos que provocaba la alegría de los pibes.
Muy pocos habitantes había en aquella época en esta zona, no más de cinco casas en cuatro manzanas a la redonda. Según nos cuenta nuestra vecina Manuela, quien vive casi enfrente de la que fuera la casa de los Francini, la familia de su esposo, don Término Fabello, fue la primera en construir su vivienda allí y la única que poseía línea telefónica, lo que hacía que doña Rosa muchas veces acudiera a ellos para comunicarse con Carlitos. Muy agradecida de estos favores, la abnegada señora solía obsequiarles huevos frescos de sus gallinas.
Muchos años pasaron, muchos hechos fueron cambiando, la imagen de nuestra villa. La casa de los Francini fue vendida y a fines de la década del ochenta, demolida para dar lugar a una construcción moderna. Para rememorar el pasado nos queda hoy el testimonio de nuestros vecinos Manuela y Término Fabello, quienes con su valiosa participación nos han permitido rescatar la anécdota que hoy compartimos.