(Foto: Arnaldo Cunietti-Ferrando. Artículo publicado en ‘Devoto Historia’ N° 46 – Otoño 2020)
Por el presidente
Abrimos un nuevo camino para ‘Devoto Historia’. Nacida “Aniversario” en noviembre de 1994, para señalar nuestra oposición a una fecha que se había elaborado mintiendo el pasado, cambió a su nombre actual al consolidarse la verdad del 13 de abril de 1889. Con 25 años cumplidos, inicialmente motivados por el virus pandémico, dejamos el papel para ingresar en el mundo virtual. Esto nos comunicará con un mayor número de lectores que lo que permitían los 2000 ejemplares de tirada. Formando parte de una página web de nuevo diseño y más dinámica, seguimos siempre dispuestos a reflejar la historia devotense.
En este número destacamos la personalidad de un vecino cuya trayectoria nos orgullece a todos.
Arnaldo Cunietti-Ferrando, que incursionó por distintos andariveles de la historia, fue fundamentalmente, por su espíritu, un historiador barrial. Desde su tierna infancia se sintió atraído por escarbar el pasado buscando encontrar su verdad e interpretar su significado. Aunque reconocido en nuestro país, logró en Potosí y Arequipa el afecto de la gente que valorizó su trabajo desde el corazón, que es hacia donde se dirige mayormente la actividad del historiador barrial. La historia cotidiana de un país que se ubica no mucho más allá de 20 cuadras de donde se vive, pero que en sí, ilumina y permiten entender los sucesos del mundo.
Junto a numerosos trabajos realizados durante cuarenta años se introdujo en el mundo de las chacras y quintas del Buenos Aires colonial, que por desgracia no llegó a trasmitirnos íntegramente. Y que permitiría hoy conocer más de nuestro pasado.
Difícil es generalmente introducirse en ese mundo de la historia barrial, que todos creen conocer, aunque normalmente sea desconocida por todos y donde la documentación resulta esquiva de obtener. «Pero ello no amedrentó a este joven […] que encontramos investigando en los lugares más insólitos siguiendo una pista, un hilo, una noticia que le permita avanzar en una temática», decía en un prólogo Arnaldo Cunietti. Lugares insólitos que él compartía y que en muchísimos casos el historiador considerado serio no siempre acostumbra transitar.
Es así como vemos diariamente investigaciones de temas barriales donde bajo la pátina de un conocimiento científico, se parte de información incorrecta o fraccionaria con la que se obtienen conclusiones antojadizas. Manejando a priori opiniones de autores consagrados por la academia con las que se lo hace coincidir, se busca darles legitimidad. Pero en definitiva se está frente a una falsedad.
No siempre es así, pero sucede en muchísimos casos, sobre todo en trabajos de tesis que aparecen publicados en Internet. Y es allí donde el rigor de un historiador barrial choca, ya que su trabajo no tiene las posibilidades de difusión que conllevaría de pertenecer a un «historiador serio».
Uno de esos hombres destacado en la actividad histórica opinaba en uno de sus artículos que «nuestras historias de los barrios realmente son un tema a superar». Allí, en ese mismo artículo cuando se introduce en el pasado de Villa Devoto incurre en gruesos e inexplicables errores de información que lo llevan a desarrollar una teoría disparatada sobre sus orígenes.
Cuando, mostrando las incongruencias de partida que su trabajo contenía, tratamos que este no se siguiera publicando en ámbitos que se presumen correctos como la UBA, se nos consideró fascista.
Se equivoca este artesano de la historia cuando opina en forma algo oscura: «La prosopopeya es siglo XIX, no existe más sino tiene un objetivo diferente a sí misma. Y la historia barrial es, para mí, lo mismo». No comprende que el movimiento que producen las Juntas de Estudios Históricos se nutre de mujeres y hombres a los que el amor a su terruño los lleva a trabajar sin incentivos económicos para conocer su pasado y luchar por mantener un patrimonio que siempre resulta fácil destruir. Y entre ellos se mueven, en su mayoría, los historiadores barriales, quienes con rigor y esfuerzo van descubriendo y comprendiendo un pasado generalmente mal reflejado, el que trasmiten al resto del mundo interesado.
Buscar incansablemente la verdad del pasado escarbando en lo pequeño, saber comprender su pensamiento, comparar la documentación para ubicar donde estaba la realidad y de allí lograr interpretar desde la pequeña escala las realidades sociales, cambiantes o permanentes, no es prosopopeya, es seguramente microhistoria y estamos en una vía para la renovación de la Historia.
No siempre la visión debe ser oscura. El recuerdo del importante trabajo de investigación de Cunietti su entrega a quienes seguían su mismo camino, nos alienta a pensar que perseverar en la investigación del pasado barrial y continuar trasmitiendo nuestros logros, es relevante y sigue vivo.