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Siento ruido de pelota
                                                                                                                                          Por Norberto Malaguti

El siglo pasado, desde el punto de vista lúdico, fue el siglo de la expansión explosiva del fútbol, un deporte nacido en las escuelas ricas de los adolescentes ingleses, que adoptadas por las clases más humildes llegó a practicarse en todos los rincones del mundo.

En los barrios porteños alejados del centro sobraban terrenos como para construir los campos de juego necesarios. Nuestro barrio no fue excepción, todo lo contrario, fue un vivo ejemplo de esa realidad, y va a coincidir su practica masiva centralmente con el momento en que nuestra barriada pasa por su mayor consolidación, que es la década del treinta.

Comenzaremos contando que las primeras canchas empezaron a construirse en la Avda Gral Paz y Avda San Martín. Una de ellas estaba cercada y poseía una pequeña tribunita, con sus arcos de madera, sin red, y las líneas divisorias, marcadas con cloro que juntaban de una fabrica lavandina que existía en el Pasaje Bacón y la futura Avda Gral Paz, esta cancha era del Club Renacimiento. Había otras tres canchas más también sobre la Avda San Martín en terrenos que posteriormente comprara la fabrica de automotores General Motors, el club Villa Piaggio tenia su propia cancha en Rodríguez Peña y 25 de Mayo, y en esta última y España, frente a la aceitera Gallo, existía una cancha más.

Debemos si recalcar que hasta la inauguración de la Avda Gral Paz en 1941, entre Devoto Norte y Villa Lynch, los lazos sociales, laborales, deportivos etc, eran muy importantes y que dicha arteria lamentablemente interpuso una barrera que nos fue alejando.

Lógicamente el terreno de juego ya estaba, solo faltaban el útil, esa pelota que cada equipo se compraba con la plata de colectas y rifas, adquiridas en una fabrica que existía en la misma Villa Lynch, y el resto, el material humano sobraba, las familias eran numerosas y el entusiasmo desbordante

Por testimonios de algunos participantes de aquellas jornadas, los partidos comenzaban a las dos de la tarde del Sábado y los Domingos desde las ocho de la mañana, y hasta que el sol lo permitiera se jugaba, contaban con la participación de más de una veintena de equipos estables, y no dejaban de concurrir algunos centenares de fervorosos espectadores.

Entre los más recordados, podemos citar al nombrado Renacimiento, "El Rena", con su primitiva sede en Avda San Martín y Griveo, y que fue sin lugar a dudas el club más importante y emblemático de nuestra barriada, fundado en 1931, y lamentablemente disuelto por un embargo judicial hace dos años, como muchos recordaran sus colores distintivos eran rayas verticales verdes y blancas, otro gran equipo fue La Academia, que tenia la camiseta de Racing Club, su sede era Campana entre Franco y Bazurco,

Lógicamente, sus sedes eran la casa de algún jugador, la esquina del barrio, y los más afortunados alquilaban un lugar con patio, donde además se armaban lindos bailongos.

También mostraron sus virtudes, el Tomasol , Estampa, Devoto Juniors, América, El Talar, Juventud de Devoto y el General Arenales, estos dos últimos con sedes en casas linderas en Concordia entre Griveo y Carlos A. Lopez, El Rayo en Pje E. Zevallos y Av.América.

No podemos olvidar tampoco a Migueletes en Llavallol y Gral Paz, el Aston Villa, o el importante Ciclón de Migueletes, con su camiseta de San Lorenzo , Peñarol con la camiseta de su homónimo uruguayo, o el Huracán con la camiseta del club de Parque Patricios, el Social Devoto alias la piojera de San Alberto y Pje La Blanqueada, grande y prestigioso fue también El Lucero de Devoto con su camiseta toda blanca, el General Paz, que se reunía en dicha futura avenida y San Martín, y por supuesto el Sportivo Devoto, fundado en 1930, cuya sede se encuentra en Gabriela Mistral entre Cuenca y Helguera.

De Villa Lynch, participaban el mencionado Villa Piaggio, que tiene su sede en la Avda. San Martín, después de Rodríguez Peña, el Extramuros, ubicado en R. Peña y San Martin, el Azcuenaga en la calle del mismo nombre, hoy es sede de la Sociedad de Fomento, el Boquerón de la calle Murature entre otros.

Este conjunto de equipos no constituyeron una liga barrial, salvo el Ciclón que organizaba algunos torneos, en realidad se movían por desafíos, inclusive algún que otro jugador integraba las filas de dos equipos alternativamente.

Estas canchas potreros, fueron verdaderas escuela, donde la técnica, la fantasía y el desenfado deleitaba a los concurrentes a esas canchas, no era extraño entonces que aparecieran dirigentes de clubes importantes como San Lorenzo, Chacarita, Almagro, Argentinos Juniors , Platense entre otros para tentar a los mejores.

No se pagaba por jugar, ni se recibían premios, los árbitros no cobraran por dirigir, salvo cuando "cobraban" una tunda por dirigir mal, un referí famoso fue el conocido como el Ingles, muy respetado por su capacidad.

Por supuesto que la formación de los equipos eran muchos entre amigos del barrio, y no faltaba quien mostrara algunas dotes de tronco, pero el entusiasmo por jugar y el sentido de la amistad primaba siempre, y todo volvía a recomponerse aunque el fin de semana anterior se hubiera armado como se decía en aquella época una gran trifulca.

Podemos citar algunos ejemplos de cómo este barrio fue semillero importante, de esas canchas salieron jugadores como el arquero Lettieri del Ciclón de Migueletes llegó a titular en la famosa maquina de River Plate, Angelito Martinez en Boca Juniors., el defensor Pizarro que se destacó en Chacarita Juniors, pero como nuestro barrio estaba compuesto de gente de laburo, muy humilde, no era el futbol una tabla de salvación como lo es hoy, había que traer el pan al hogar, sino, no se comía y muchos de esos posibles cracks no pudieron pegar el salto, preferían mantener la diversión del fin de semana pero seguir cumpliendo sus obligaciones con la familia.

Un caso curioso fue el del zurdo Juan Osico, un shoteador impresionante, que por opinión de algunos no tenía nada que envidiarle al famoso Bernabé Ferreira, pero este hombre jugaba descalzo, (aunque no era el único, la mayoría lo hacia en zapatillas, y privilegiado quien calzaba botines), y lo llevaron a River y gustó pero nunca pudo jugar con botines y volvió a los potreros.

En 1941 se inauguraba la avda Gral Paz y ya se perdió la primera cancha un par de años después ya con la fábrica General Motors, no quedaron mas terrenos libres, y se perdió el resto, unos cuantos equipos siguieron jugando en unas canchas que existián en la próxima localidad de Malaver, pero fue por un breve tiempo más.

A mediados de la década del cuarenta, en terrenos donde habría de crearse el Club 17 de Octubre (hoy 17 de Agosto), algunos de estos equipos, más El Tortazo entre otros, junto a equipos de Villa Pueyrredón, revivieron en parte aquellas jornadas, pero esto es otra historia.